Esta es una pregunta muy recurrente, y al mismo tiempo, muy difícil de responder en abstracto. La respuesta está en uno mismo, simple y llanamente cuando creas que lo necesitas para sentirte mejor.
Un buen momento para acudir a un psicólogo sería aquel en el que los problemas o conflictos ocupan gran parte de tu vida, te mantienen inmovilizado y absorto, no te permiten ocuparte de las cosas que te importan de una manera satisfactoria, y a pesar de que deseas cambiar lo que te perturba, y haces grandes esfuerzos para ello, no te ves capaz de revertir la situación problemática por ti misma.
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¿Qué es un problema?
Desde el punto de vista de la psicología, se podría definir el problema como una situación pendiente de resolución, que nos dificulta o impide funcionar satisfactoriamente en las facetas que consideramos importantes para nuestra vida, es decir, que obstaculiza el camino hacia nuestras metas vitales.
Por ejemplo, una persona con un problema de ansiedad puede verse impedido o incapaz para ocuparse de sus hijos, para iniciar o mantener relaciones de pareja o para desarrollar adecuadamente su trabajo, siendo estas facetas centrales de su vida.
Un problema no es algo objetivo, es lo que cada persona conceptualiza como tal, tanto en base a sus características personales, como a las implicaciones que tiene sobre su vida. Puede ocurrir que los efectos derivados del problema, o la dinámica en la que nos envuelve, no nos permita ni siquiera reconocer la existencia del mismo, o percatarnos de su relevancia, a pesar de estar produciendo consecuencias importantes para nuestra vida.
«Para una persona que se dedica a la inversión bursátil, el estrés puede ser consustancial a su trabajo e, incluso, no ser percibido como problemático. Sin embargo, para alguien que trabaja cara al público, los episodios de estrés podrían impedirle desarrollar eficazmente su actividad, hasta el punto de poner en riesgo su puesto».
Los problemas implican un grado subjetivo de sufrimiento, y para su resolución se requiere de un nivel variable de esfuerzo, tanto para poder detectar el problema, como para encontrar la solución y ponerla en práctica. Pero, con la ayuda adecuada, las dificultades pueden abrir la puerta a grandes oportunidades, en tanto que nos obligan a superarnos, a desplegar todas nuestras potencialidades y a hacernos cada vez más dueños de nosotros mismos. Este proceso de empoderamiento nos capacita para gestionar mejor nuestros problemas y para incrementar el grado de control sobre nuestras vidas.
Tal y como señaló John F. Kennedy, “Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa peligro, la otra oportunidad». Por eso, «en una crisis se debe tomar conciencia del peligro, pero reconocer la oportunidad”. Pues bien, en ese proceso de trasformación y cambio que toda crisis implica, es donde nos sentimos capacitados para ayudarte y para descubrir contigo las oportunidades que se te presentan.
¿Qué somos los psicólogos?
Los psicólogos somos especialistas acreditados en el pensamiento (cognición), sentimiento (afección-emoción) y comportamiento de las personas. Nuestra labor consiste en ayudar a las personas a que aprendan a afrontar con efectividad los problemas de la vida y de la salud mental.
¿Qué hacemos?
Los psicólogos ayudamos a la persona que acude a nosotros a afrontar aquellos problemas que le impiden o dificultan continuar el camino vital que ha elegido para él mismo y que no saben cómo solucionar por sus propios medios. Todo ello con base en sus características personales, su situación concreta y por medio de la potenciación de sus propios recursos.
Con apoyo de nuestra formación, nos esforzamos en comprender a las personas y sus problemas, en diseñar planes de tratamiento personalizados y en ayudar a los clientes a ponerlos en práctica. Para ello, utilizamos, de entre la gran variedad de técnicas y herramientas de las que nos provee la psicología, las más adecuadas para cada caso concreto. No se trata de dar respuestas, sino de dar instrucciones a nuestros clientes para que lleguen a ellas por sí mismos.
Algunas personas consultan con un psicólogo porque se sienten deprimidas, ansiosas o irascibles. Otras, porque necesitan ayuda con un determinado problema/trastorno crónico que interfiere en sus vidas o en su salud física. Por su parte, otras personas recurren al psicólogo porque les resulta difícil adaptarse a un cambio o a una nueva situación, como podría ser una ruptura de pareja, un nuevo empleo, la muerte de una persona importante, etc. Todas estas personas quieren afrontar aquellas situaciones que les generan malestar, pero no saben cómo hacerlo, y ayudarles a encontrar alternativas de afrontamiento es el principal quehacer de los psicólogos.
¿Cómo lo hacemos?
En el camino hacia la resolución del problema, el primer paso siempre lo da la persona afectada, al reconocer su problema y pedir ayuda. Con esta «simple» acción, la persona ha tomado una decisión importante, la de afrontar su problemática, saliendo del bloqueo o la inmovilidad en la que estaba inmersa y sentando las bases de su recuperación o autonomía respecto al problema.
Una vez en terapia se establece una relación de confianza, seguridad y comprensión empática entre una persona que está profesionalmente capacitada para ofrecer ayuda, el psicólogo, y una persona que busca resolver un problema que le causa sufrimiento o angustia, el cliente. La calidad de esta relación terapéutica será una de las claves para la eficacia del tratamiento.
A partir de este momento, tanto psicólogo como cliente trabajarán conjuntamente para resolver el problema por el que acudió a terapia este último. Para ello, es esencial, que los psicólogos nos fijemos en las características propias de la persona (en sus valores, creencias, estilo de vida, carácter…), para adaptar las intervenciones a la particularidad de cada cliente y de su situación, seleccionando de entre los tratamientos, técnicas y herramientas con los que contamos las más apropiadas para cada caso concreto.
El objetivo final del tratamiento psicológico será que la persona obtenga el cambio que desea para sí mismo, superando el momento de crisis que está atravesando, para de esta forma poder seguir con su vida libre, del problema por el que acudió a terapia.
Fases o etapas del proceso de intervención, a modo orientatvo se podrían resumir en:
- Establecimiento de una buena relación terapéutica.
- Evaluación y análisis de los problemas y dificultades expresados por el cliente.
- Negociación de las metas u objetivos terapéuticos (que quiere obtener el cliente de la terapia).
- Planificación de un tratamiento personalizado en base a estos objetivos.
- Tratamiento: Psicoeducación o formación acerca del problema que presenta el cliente, para que lo pueda conocer y manejar.
- Utilización de las técnicas y herramientas consideradas más eficaces para ayudar al cliente a obtener sus metas terapéuticas.
- Prevención de recaídas y seguimiento.
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